Dado el estado en que estaban, podrían tener problemas de cruzarse con algún control policial, de modo que evitaron las arterias principales, y una vez cruzado el inevitable puente sobre el río Sava, siguieron hacia el sur. Poco a poco se iba modificando el paisaje urbano, las casas se volvían más bajas, y al poco tiempo circulaban por una zona donde se habían asentado comunidades de inmigrantes en busca de las mejores oportunidades de trabajo. No había pasado mucho tiempo desde la sangrienta guerra, que las etnias más perseguidas volvían a animarse a acercarse al centro comercial e industrial de Serbia.
Finalmente se detuvieron frente a un gran galpón. En su interior se desarrollaba una fiesta que podría haber sido un casamiento, un cumpleaños o alguna fiesta de las regiones de donde provenían los habitantes de la barriada marginal. Su vestimenta era colorida y extraña, algunos hombres usaban sombreros o gorros, y muchas mujeres usaban pañuelos sobre sus cabezas. Goran apenas podía entender su dialecto, y no lograba identificar si se trataban de gitanos, montenegrinos o kosovares. Los había de todos los edades, los más jóvenes vestidos con jeans y remeras, pero los mayores con atuendos regionales. Había humo denso que provenía de algunas fogatas rodeados de improvisadas mesadas, donde se vendían porciones de cerdo y pollo asado, además de la pasterma, pinxhur y las tortillas de hajvar picantes. La bebida que circulaba era la cerveza, y Sasa se apresuró a adquirir dos pintas en vasos descartables. Pero la música fue lo que atrajo a Goran. Sobre una tarima vio a un violinista de cierta edad cuyo rostro apenas se dejaba adivinar bajo su sombrero alas grandes. Su sonido era era espeso y filoso a la vez...lo que creaba la sensación ilusoria de que tocaba a mucho volumen. Lo acompañaba un acordeonista, que con gran destreza acompañaba las contorsiones melódicas del violín a la vez que puntuaba con acordes la extraña métrica del tema. Sasa, que se jactaba de ser conocido en aquel ambiente, gritó "Acá les traje otro músico.....vean que en ese bolsito trae disimulado su instrumento" El violinista se acercó a Goran y lo invitó a sumarse. Poco a poco iban llegando otros músicos con estuches de donde iban sacando extraños bombardinos de caballería. Una vez en posición de ejecución, se iban acercando al acordeón acompañando el ritmo con una suave ondulación que los hacía asemejarse a caracoles gigantes. También llegó un saxofonista, y luego un clarinetista, que a su turno se subían a la tarima.
Continuará....
Finalmente se detuvieron frente a un gran galpón. En su interior se desarrollaba una fiesta que podría haber sido un casamiento, un cumpleaños o alguna fiesta de las regiones de donde provenían los habitantes de la barriada marginal. Su vestimenta era colorida y extraña, algunos hombres usaban sombreros o gorros, y muchas mujeres usaban pañuelos sobre sus cabezas. Goran apenas podía entender su dialecto, y no lograba identificar si se trataban de gitanos, montenegrinos o kosovares. Los había de todos los edades, los más jóvenes vestidos con jeans y remeras, pero los mayores con atuendos regionales. Había humo denso que provenía de algunas fogatas rodeados de improvisadas mesadas, donde se vendían porciones de cerdo y pollo asado, además de la pasterma, pinxhur y las tortillas de hajvar picantes. La bebida que circulaba era la cerveza, y Sasa se apresuró a adquirir dos pintas en vasos descartables. Pero la música fue lo que atrajo a Goran. Sobre una tarima vio a un violinista de cierta edad cuyo rostro apenas se dejaba adivinar bajo su sombrero alas grandes. Su sonido era era espeso y filoso a la vez...lo que creaba la sensación ilusoria de que tocaba a mucho volumen. Lo acompañaba un acordeonista, que con gran destreza acompañaba las contorsiones melódicas del violín a la vez que puntuaba con acordes la extraña métrica del tema. Sasa, que se jactaba de ser conocido en aquel ambiente, gritó "Acá les traje otro músico.....vean que en ese bolsito trae disimulado su instrumento" El violinista se acercó a Goran y lo invitó a sumarse. Poco a poco iban llegando otros músicos con estuches de donde iban sacando extraños bombardinos de caballería. Una vez en posición de ejecución, se iban acercando al acordeón acompañando el ritmo con una suave ondulación que los hacía asemejarse a caracoles gigantes. También llegó un saxofonista, y luego un clarinetista, que a su turno se subían a la tarima.
Continuará....
4 comentarios:
Las cosas empeoran rapidamente.Ahora la accion es en un piquete nocturno con gente que huele a humo de eucalptus,los instrumento de mierda como esos bombardinos miserables y un saxofonista con esa unica caña gastadas por el uso,aportan segurament lo mas trsite de esas balalaikas,que los viejos sordos miran con cara de asco debajo de sus sombreros raidos,pero simpaticos para un cuadro de Kaperotxipi, uanque de arios no tienen nada.Creo que el autor de esta novelita esta al borde del sucidio.Amigo siga...aun asi es interesante,lastima la metrica.Firma: Garmendia( ya no tan bueno)
Garmendia...porqué no se va un poquito a la mierda. Ud. seguro que escribe como el orto. Dobrilo Obilich es un gran escritor de relevancia internacional.
Aguante Dobrilo!
GARMENDIA
MIERDA GEN
genera rim
geniar men
geriamena
se tratará de un ingenioso acrónimo o de un pelotudo anónimo?
Estimado Sr Juan Caino.Porque esos insultos a un cometarista que accedio a este blog
sanamante,diciendo lo que siente,Vd no sera de esos que acceden a lo que pregona nuestra queridisima Sra Presidente?La democracia se pregona y se efectiviza,cruzando ideas y no insultos.
En todo caso echele la culpa al Grupo Clarin
Como Garmendia dixit " Ofrem te varnom,grustat pellaudium".-
Firma Madame Garmendia mother of Garmendia
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