martes, agosto 10, 2010

La sorpresa de Goran V

Sasa empujó a su amigo hacia la tarima. Goran se resistía porque nunca había tocado música semejante. Pero puesto en el dilema de parecer soberbio, cuando en realidad estaba asustado, desvistió a su instrumento de su bolsita de tela y se sumó al grupo de músicos que ya se agregaban al dúo inicial. A partir de una indicación del violinista el grupo inició un acompañamiento en 2/4 sobre el que el solista tejía variaciones. Era un Umpa-Umpa en modo menor, típico de la tradición balcánica. Al principio Goran no sabía que hacer, simplemente trataba de acomodar alguna nota donde podía, y finalmente apoyando el acento, haciendo un-PÁ, un PÁ. Pero parecía que el violinista estaba empecinado en hacerlo intervenir más activamente. Se le paró adelante, incitándolo a continuar su fraseo. Poco a poco el trompetista se soltaba, y pese a que poco tenía que ver esta forma de improvisar con la que acostumbraba con la Metropol JB, gradualmente iba armando frases más parecidas a la de su guía. Los demás instrumentos se turnaban en el liderazgo, y las melodías se iban complicando. Goran se encontró con que sus dedos lograban digitar esas extrañas escalas. Y en un momento, se sintió tomado por un ensamble endemoniado que superaba sus mejores noches en el Sloveni. De pronto una de las mujeres jóvenes del grupo de jeans y remeras saltó a la tarima y comenzó a bailar un furioso Cocek, con las ondulaciones de una odalisca oriental. Otra orden del viejo violinista hizo cambiar la base de acompañamiento, adoptando una de esas indescifrables formas de compases irregulares. Goran siguió prendido ahí con un ojo en la bailarina y la cabeza hirviendo de extraños sentimientos. Era como si de golpe se le reuniera en su alma la desmembrada Yugoeslavia. Lo visitaban los espíritus de Croacia, los demonios de Kosovo, las quejas de Albania, los susurros de Montenegro, junto con sus conocidos aires Serbios. Y todo revuelto y mezclado con sangre de Turquía, Austria y Hungría.
De pronto vio como se armaba un gran fila de asistentes que tomados de la mano. Hacían los pasos de un especie de dabke, acercándose a la tarima, y dibujando una suerte de círculo con céntrico.
Cuando todo parecía un paroxismo, Goran exhausto abandonó el estrado. Cuando lo encontró a Sasa volvieron a tomar más cerveza, y casi sin darse cuenta, se encontraron unidos a la fila de dabke que ahora rodeaba a la bailarina de Cocek. Ella de pronto giró sobre el grupo y rodeándole el cuello con una chalina lo atrajo al centro del círculo.
Continuará...

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