miércoles, febrero 27, 2013

El trombonista I

Luis María había aprendido a tocar el trombón en la secundaria. Aquel colegio privado tenía un programa de actividad musical que incentivaba el aprendizaje de instrumentos, y él había aceptado aprender a tocar uno, pero sin demasiada convicción. Apenas cumplía con las clases y participaba de las agrupaciones del colegio con un aire de displicencia que lindaba con la oposición. Luego de egresar, había hecho algunos intentos fallidos por seguir estudios universitarios, pero cada inscripción en una facultad distinta marcaba otro año de frustración. Sus padres, dos profesionales de buenos ingresos lo seguían auxiliando, y le alquilaban un departamento en el centro de Buenos Aires. Por bastante tiempo albergaban esperanzas de que persistiera en alguna carrera, pero nada parecía interesarle particularmente al joven. Seguía comprando tiempo reinscribiéndose en la universidad, y viviendo una divertida vida social con sus amigos y amigas, todos derivados del núcleo social acomodado al que pertenecía. Acercándose a los treinta años, ya algunos de sus pares, recibidos y en buenas posiciones, se casaban. Fue justamente en uno de aquellas fiestas de casamiento que escuchó una banda que tocaba al modo del jazz tradicional que había sido contratado para la ocasión. Ya fuera por el tipo de música, o ver en acción al trombonista del grupo, se sintió tocado por algo que rara vez había experimentado antes. Sintió interés. Se acercó al trombonista y se puso a charlar con  él. El músico creyó reconocer a un colega, y prontamente surgió la conversación que suele suscitarse entre los  ejecutantes de bronces....
Continuará










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