miércoles, agosto 26, 2020

Jazz y Colonialismo II

Otra cosa que  dijo  Sebastián Etcharri que me quedó rondando en la cabeza fue algo así como que no había escapatoria del colonialismo. Estamos atravesados no sólo por la influencia que puede tener EEUU en nuestro medio, sino por toda la tradición Europea que se vehiculiza por ahí y que la sobrepasa, ya sea porque nos vino del norte o porque llegó directo de España, Portugal o Italia.  Debería agregar Alemania, y su tradición musical que impregna toda reinterpretación americana. 

Pero también  está aquel subproducto del colonialismo...la esclavitud. La negritud que llegó del África y que condimenta toda la música del continente...sea norte o sur.  Ahí está no solo en el jazz, sino en la chacarera, el tango, el choro, el candombe o el vals peruano. Está su traza que se resiste a ser borrado y que en cierto modo reina triunfante, en la medida que modifica irreversiblemente esa estética blanca del amo. 

Extraña forma de resistencia. Aunque pase desapercibida por algunos,  su acción es  eficaz y en cierto modo demoledora. No hay forma de borrarla de la escena. Una vez tocada por ella, la música se transforma, y también el modo de ejecutarla, de componerla  y de pensarla.

De modo que no sé si hay que inhibirse culposamente de disfrutar de nuestra forma de tocar. Eso sí, hay que estar advertidos, en el sentido de no mirar ingenuamente a los modelos sancionados por el imperio. Podemos ir explorando sus bordes, en particular los deshilachados, para ir tejiendo nuestra propia invención. En eso la improvisación da una oportunidad única de elaboración, no necesariamente consciente. de un lenguaje nuevo y que reclame otra libertad. 

 



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