Con una parsimonia y efectividad pasmosa Sergio Mileo llevó adelante nuevamente su festival. Nada parece desbaratar la gestión de este organizador. Ni la suspensión de inauguración que debería haber tenido lugar el viernes 29 debido al duelo nacional, ni el clima que parecía ensañarse con frío, viento y lluvia, ni los mil y un inconvenientes que se producen cuando se convoca a unos 100 músicos, la mayoría de los cuales viajan desde Buenos Aires y de otros lugares del país.
La variedad de la oferta y la cantidad de grupos me impiden hacer un detalle de todo lo ocurrido. Sólo diré que la oferta incluía, clinicas, talleres instrumentales y de danza, exhibición de instrumentos, clases-conferencias y shows.
Apenas haré relato de mi pequeña participación, ya que Sergio me invitó a sumarme a la presentación que hicieron los integrantes de su Ensamble MdP Percusión y el grupo Perculocos. Se trataba de la ejecución de una pieza compuesta por él mismo, y que originalmente debía ser la apertura del festival, pero que fue trasladado al domingo 31 en reemplazo del viernes. (Conseguir esa substitución fue en si mismo un logro logístico). Yo debía intervenir sobre el final de la pequeña obra, sumándome a Sergio con una suerte de llamada efectuada con caracolas.
La parte instrumental se complementaba con la participación de un grupo de cuatro bailarinas en base a una coreografía y dirección de Marisa Gozzi. Esto implicaba cierta necesidad de sincronización, y por ende tener que ubicar precisamente el lugar en que debía "tocar la concha" (como me dijo socarronamente la malévola Marisa)
Hubo ocasión de pasar la pieza algunas veces a modo de ensayo en la prueba de sonido. Ahora bien, no me resultaba fácil ir contando los compases del tema a la vez que contemplaba los pasos de las jóvenes y bellas bailarinas. Logré aislar un grupo de compases que conducían al cierre. Luego de un cierto toque de timbaleta, serían unos veinte compases....y pico. Nunca pude determinar cuántos eran exactamente. La situación era la siguiente: Suena el cue que marcaba la sección, y yo empiezo a contar:
La variedad de la oferta y la cantidad de grupos me impiden hacer un detalle de todo lo ocurrido. Sólo diré que la oferta incluía, clinicas, talleres instrumentales y de danza, exhibición de instrumentos, clases-conferencias y shows.
Apenas haré relato de mi pequeña participación, ya que Sergio me invitó a sumarme a la presentación que hicieron los integrantes de su Ensamble MdP Percusión y el grupo Perculocos. Se trataba de la ejecución de una pieza compuesta por él mismo, y que originalmente debía ser la apertura del festival, pero que fue trasladado al domingo 31 en reemplazo del viernes. (Conseguir esa substitución fue en si mismo un logro logístico). Yo debía intervenir sobre el final de la pequeña obra, sumándome a Sergio con una suerte de llamada efectuada con caracolas.
La parte instrumental se complementaba con la participación de un grupo de cuatro bailarinas en base a una coreografía y dirección de Marisa Gozzi. Esto implicaba cierta necesidad de sincronización, y por ende tener que ubicar precisamente el lugar en que debía "tocar la concha" (como me dijo socarronamente la malévola Marisa)
Hubo ocasión de pasar la pieza algunas veces a modo de ensayo en la prueba de sonido. Ahora bien, no me resultaba fácil ir contando los compases del tema a la vez que contemplaba los pasos de las jóvenes y bellas bailarinas. Logré aislar un grupo de compases que conducían al cierre. Luego de un cierto toque de timbaleta, serían unos veinte compases....y pico. Nunca pude determinar cuántos eran exactamente. La situación era la siguiente: Suena el cue que marcaba la sección, y yo empiezo a contar:
Uno,...dos,.....tres....cuatro....cinco....(¿eso será una quatriéme de brazos?...
¡Chau! perdí la cuenta. Vamos a una repetición.
.....Cuatro, ...cinco .....seis....siete....ocho...(hmmm....¡que sexy! a que eso no es de ballet convencional....)
Vuelta a perderme. Sergio indica otra pasada.
....dieciocho...diecinueve...veinte....(digo yo, ¿está como rotita esa calza?)
Catástrofe. Perdí mi última oportunidad para precisar el momento de la llamada. Ahora ya estoy jugado. Llega el momento del comienzo del espectáculo. Sólo sé que hay que tocar luego del compás 20. El locutor anuncia que empieza el show, se abren las cortinas, y arrancan los tambores.
....diez y siete, ....dieciocho, .....diecinueve,....¡veinte!....veintiuno, ...veintidos...(Ma sí...yo me mando ahora...)
Me adelanto, y me pongo al lado de Sergio y su timbaleta. Veo que él también está tomando su caracola. Soplo con toda mi fuerza, y segundos después termina todo.
Pudiera ser que más o menos la hubiera embocado...pero por las dudas huyo tras bambalinas.
7 comentarios:
Bla, bla, blah...
Oh Anónimo...¡qué profundo comentario!
Con Bla: dices.."toda palabra divina"
Agregas otro Bla..."todas las cosas comparten la palabra"
Tercer Bla: significas...."insondable es el universo, y yo estoy en su centro"
Oh Don Buda, siempre quise conocerte, sin embargo aciertas únicamente en los primeros dos significados, en el tercero me atrevo a corregirte: No estoy en el centro, vivo en la periferia. Alabado sea tu nombre!
El comentario del Sr Garvie será eliminado por pornográfico.
Tato
Totalmente de acuerdo con Ud. Sr. Tato. Este blog es un asco y su autor un perverso inmoral.
Censúrese.
el riesgo que uno cxorre cada vez que entra a curiosear en este lugar es encontrar manadas de "pelo-tu-dos
, escribiendo por el solo placer de ver sus palabras escritas,imaginando que son resultado de tantos años de Buena literatura argentina.Hay placeres solitarios mas divertidos.Y sobre todo si son musicos o allegados al arte,podrian satisfacer sus placeres tocando las "conchas" que toca Garvie . E lsabe que gusto tienen
como que sabe que gusto tiene, si no hace referencias orales... se chupará los dedos luego de tocarlas?
y donde queda el jazz VERDADERAMENTE tradicional (diria Jazzman50) en relaci´pn a la concha (o LAS conchas) ??? estos muchachos que tan virulentamente defienden cosas que pasaron "hasta 1929 a la tarde, un verano de poco calor en new orleans"... sabrán algo de las conchas? adhiero a los placeres solitarios (práctica, y filosofía según mi comentarista precedente, quien al escribir automáticamente ingresa su propio yo en las manadas que describe tan afiatadamente)
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