Algunas semanas atrás había recibido una invitación del pianista Ricardo Pereyra, a grabar en vivo un programa para la serie que produce el veterano César Parisi en distintas emisoras de LRA Radio Nacional. Para ello se conformó un combo bautizado Jazz Attack que además de Ricardo en piano, reunió también a Pablo Gonzalez (drs), a Juan Antonio Rodríguez (bass - ver la entrada anterior) y a Hernan Galeano (tnr. sax). Yo no conocía a Hernán, que resultó un músico muy seguro y fluído, con un gesto que lo emparenta con la nueva generación de jazzeros. De los otros tres tenía ya la experiencia de haber tocado antes, y como siempre, me impresionaron por su capacidad de brindar una estuctura confiable para improvisar, además de ser buenos solistas a su turno. Hacía falta, ya que en el ensayo apenas se pudieron mirar unos cuatro arreglos de Ricardo, y el programa resultó larguísimo, de más de una hora de duración. De modo que hubo que incluir una cantidad de standards "a la parrilla".
Entrar a los estudios de Radio Nacional, fué como una visita al túnel del tiempo. El edificio, que originalmente fué construído en 1934 en Maipú 555 para alojar a Radio el Mundo, es una mezcla de la arquitectura Art Decó, con un gesto monumentalista típico de el espíritu totalitario que rondaba por el país y el mundo en la antesala de la 2da. guerra mundial. Impresiona el gigantismo de las instalaciones, y sobre todo la enormidad del estudio auditorio. Todavía están los tubos de un órgano gigante incrustados en una pared, aunque su corazón, fué extirpado en algún momento, para dar lugar a una "pecera" técnica . Quedan algunos rastros de la existencia de una orquesta sinfónica, que alguna vez fué parte orgánica de la radio. (Otro reconocimiento que mi alma gorila debe hacerle a Perón). Ví al menos dos pianos de cola. El que utilizamos estaba afinado y en perfecto estado. La sensación de anacronismo se conjugaba bastante bien con nuestro repertorio, que salvo algunos temas de Ricardo, consistía en temas mainsteam que hubieran sido propalados como modernos en 1950.
Musicalmente, pese de mis habituales lagunas en situaciones de grabación y público, me pareció que logramos superar el objetivo, aunque hacia el final, ya mostraba señales inocultables de boxeador mareado.
Fué una sorpresa comprobar la vigencia de César Parisi. Tengo intenciones de dedicar un bloque futuro del blog a la cuestión de los difusores, organizadores o gestores diversos de jazz. Me da la impresión que siendo un fermento necesario para que el género tenga llegada al público, a menudo son vilipendiados injustamente. Veremos que se me ocurre.
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