Paseando por San Telmo, me impresiona la cantidad de arte musical subvaluado. Será que por ser tocado en la calle, se lo escuche con condescendencia, pero sin advertir la calidad que se ofrece por monedas. Me quedé casi una hora en la esquina de Defensa y Pasaje San Lorenzo, a un grupo de gypsy-swing llamado Cuerdas del Sur, donde toca el contrabajista heavy Juan Antonio Rodriguez. Hacían vibrar a los adoquines con un repertorio Reinhardt clásico, y con algunos tangos y milongas que harían las delicias de JR Morton. Pensar que localmente tenemos el privilegio de que alguna gente acude a locales para pagar por lo que tocamos en Mar del Plata. El miércoles pasado no hubo mucha gente en Dickens, pero la suficiente como para completar casi todas las mesas. Escucharon respetuosamente nuestros intentos, y además, pagaron. Me doy cuenta ahora de ese privilegio.
Hubo algunos estrenos, entre ellos un Caravan que propuso Sergio Mileo, y que quizás por honor a su compositor Juan Tizol, me animé a balbucear en el trombón. También tuvimos el gesto temerario de tocar una de las Invenciones de J.S Bach, en una versión que condensaba en una, las dos voces de el cuarto de su célebre serie. Para un trompetista, se asemeja a un ejercicio del Arban de nivel avanzado, y tenía serias dudas de poder tocarlo. En la repetición empezé a perder pié, pero mediante el recurso de comerme unas cuatro o seis corcheas, logré llegar al final. ¡Creo que en la calle hubieramos recogido algunos centavos!
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