El jueves 25/08 , al mediodía, junto a Alfredo Facciollo, nos subimos al nuevo autito de Sergio Mileo y encaramos la autovía 2, armados de una bolsita de sandwichitos preparados cariñosamente por su esposa Gladys. Charla va y charla viene, llegamos bastante temprano a nuestro destino: el Espacio Cultural del Sur, ubicado en Caseros al 1700, a unas diez cuadras al sur-oeste de Constitución. Ahí se desarrolla un festival anual organizado por la Dirección de Música de la Ciudad de BsAs. Nos indicaron donde descargar los instrumentos, sobre el extremo de una enorme carpa, donde nos recibió una enérgica jefa de escenario. Entonces cumplimos con una prueba de sonido en compañia de asistentes, plomos, gente con handys, rodeados de equipos de sonido y luces, máquina de humo etc. Por un momento podríamos haber creído que éramos Luis Miguel. Nos preguntaban cosas como "¿qué mezcla de monitores usan?" y otras cosas que no entendíamos. El show arrancó puntualmente a las 20hs, y para nuestra sorpresa, vimos que la carpa se había poblado de bastante público, que fué aumentando durante el set hasta alcanzar unas 400 personas. Un poco aturdidos por la situación, y sin habernos beneficiado por la prueba de sonido, no tocamos muy bien, pero la gente fué generosa con el aplauso. También acompañaban con palmas, lo cual terminaba de desorientarme. Se había comenzado con un "diálogo de tambores" entre Sergio y un invitado uy especial: Eduardo Avena. En primera fila divisamos la conspicua figura de Roberto "Fats" Fernandez que luego vino a saludar, hablar de boquillas etc.
Nos negamos al bis, porque los grandes artistas somos así de caprichosos. Luego de nuestra huída subieron al escenario las muchachas y los chicos de Mukaito Taiko, un grupo de descendientes y amigos de japoneses, que combinan la percusión tradicional japonesa con movimientos de karate. El resultado fué una combinación estrenduosa, que me daban ganas de salir corriendo ahí nomás a invadir Brasil. Luego hubo que esperar un largo rato, mientras Sergio no dejaba sin abrazar y besar a uno solo de sus colegas percusivos, sea japonés, criollo, o funcionario.
Finalmente el Dunita nos devolvió lealmente a Mar del Plata.
1 comentario:
Eh! no avisaste!
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