lunes, agosto 22, 2005

Jelly Roll en Buenos Aires

19 y 20 de Agosto. Festival de Jazz de Avellaneda, organizado por la UTN, y por la productora Arias-Caíno, en proporciones asimétricas pero igualmente indecidibles.
Llegamos en la madrugada del jueves para alojarnos en un cómodo suite-apart de Corrientes al 1900. Luego de abluciones un corto descanso y nuestra primera visita oficial (Nano Herrera- sobre el que deberemos ocuparnos más adelante en este blog) fuimos conducidos a nuestra primera actividad de festival: comer. (Tenedor libre de buena calidad, induciendo los excesos consiguientes)
Luego, dormir. Al poco tiempo recibimos en sesión simultánea a Marcelo Martinez (ex-Jazz Magazine), Mario Roncell (Horns) y Luisinho (que comenzó su carrera de bailarín de jazz junto a nuestra banda "Viva Buddy Bolden". La visita duró casi toda la tarde. Mario y Luisinho nos relataron incidentes de sus gigs de piñatera, dignos de ser registrados y volcados en un ejercicio más literario.
A las 19 hs fuimos transladados al Teatro Roma de Avellaneda, donde me volví a confrontar respetuosamente a la imagen imponenete del director fallecido Rodriguez Fauré, iniciador de lo que hoy es la Orquesta Sinfónica de Avellaneda. Sin saberlo, fué él uno de los que me impulsaron hacia la música. (Nueva ocasión para ejercitarse en la literatura). Luego de la presentación de el Coro de la UTN, abrió la sesión la banda de Jon Seiger (USA). (Jon se escribe así,..sin h). Estos "All Stars" sonaron significativamente mejores que los que escuchamos anterior mente en Mar del Plata, probablemente debido a los cambios en su sección rítmica que comentaremos oportunamente. Hicieron su repertorio del período All Stars de Armstrong, que Jon imita con una fidelidad sorprendente. Entre bambalinas nos encontramos con Luis Furlong, compañero de mis primeras incursiones en la música, cuando fuí precozmente incorporado a la legendaria Guardia Vieja Jazz Band.
Nuestro Jelly Roll Trio cumplió con su set con algunas vacilaciones iniciales, pero pudimos ir mejorando el rendimiento a partir del segundo tema, y luego con la incorporación de Juan Ignacio Caíno sobre el final, desembocamos en un final satisfactorio.
Luego: Comer
A la mañana de sábado fuimos despertados a las 11 am. para ir a . . .Comer.
Se trató de un asado en una quinta del conurbano. Temo ofender a nuestros anfitriones de la UTN, pero no puedo dejar de señalar que luego de sortear las villas miserias que rodean al Acceso Oeste, fuimos convidados a lo que para mí fué lo más parecido a una fiesta menemista, inducido con champagne con mollejas, continuado con ternero y chancho, acompañado de ensalada de endivias, coronado con doble postre, y rematado con cognac español, whisky importado, cigarros de hoja. Debo de haber estado un poco borracho, porque me sumé a la pizza ritual al final, pero mi sensación era que la música era lo menos importante en esta escena, y que eramos actores involuntarios de un obscuro intercambio de favores.
A la noche declinamos el paseo a Avellaneda, (y la cena consiguiente) y nos dispusimos a sumarnos a la actuación de la banda de Jon Seiger en el Foro Ghandi. El gig comenzó a una hora en la que normalmente yo estaría en mi segundo sueño, pero me encontré fuertemente despertado por el set de Jon y sus músicos. Esta vez no hicieron repertorio All Stars, sino que armaron una virtual jam session que resultó en lo más parecido a lo que se podría haber escuchado en la década del 50, en un after-hours con músicos de la banda de Count Basie u otros con la herencia de Kansas City. A falta de piano Fernando Romeo subió a escena con su corneta ya que piano no había, Ricardo Pellican suplió la base con su guitarra, mientras que Adrian DeFilipo en contrabajo y Alejandro Beelman batería generarban un pulso arrollador. Al frente, Jon con su trompeta al mejor estilo Eldrige y Juan Ignacio en saxo tenor junto con Fernando armaron lo que parecía una sección de caños completa, tirando riffs y solos con una contundencia intimidante. Subir con nuestro trío después fué un poco penoso, pero bueno, se hizo lo que se pudo. La jam siguió por mucho tiempo después, cuando todavía quedaban algunas mesas con oyentes empedernidos.
Jon no quería acostarse cuando nos fuimos del local exhaustos a eso de las 4.30 AM, de modo que seguimos charlando en un bar cercano hasta las 6.30AM junto a Ferio y Andrés. Ahí pudimos acercarnos un poco a la humanidad de Jon, que es realmente un ser especial.

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