A Pablo Ledesma(sx) y a Pepe Angelillo(pno) los habíamos escuchado en otras oportunidades en compañía de Néstor Gómez(gtr), formando un trío excelente que abordaba standards con un criterio muy dúctil y original. Transmitían un clima camarístico que para nada disminuía la energía de un combo de jazz, pero con la ventaja de una libertad de interacción que a veces se ve encorsertado por una sección rítmica convencional.
Al presentarse en dúo, nos preguntábamos como iban a poder mantener el mismo nivel de excelencia, a la que tanto aportaba el talento de Gomez. Las dudas se despejaron al poco de iniciar el set en la pequeña pero hermosa sala de Villa Victoria. Nos sorprendieron con una selección de composiciones originales de Lacy, incluyendo otros autores que tuvieron vinculación con él, como lo fueron T. Monk y C.Mingus, además de un tema de Enrico Rava, del que supimos que había conformado aquel grupo original que tuvo su internación forzada en Bs.As en los obscuros días de Onganía.
La interacción constante entre el piano y el saxo, con arreglos inteligentes alternados con momentos de inspirada improvisación, se vieron enmarcados con cortos comentarios de Ledesma acerca de la saga de ese héroe de la improvisación creativa, Steve Lacy. Fué un músico que siempre me atrajo, quizás porque tenía el antecedente de haber tocado jazz tradicional en sus inicios, y de pertenecer a una vanguardia que tenía una mirada permanentemente orientada por el camino de sus antecesores en el género. También me atraía por haber sido compañero de aventura de otros músicos que yo admiraba durante mi estancia en Londres, en particular los de origen Sudafricano dedicados a la improvisación libre.
Tuve el privilegio de ser invitado a tocar un Blue Monk con ellos en los bises, y con esa experiencia, pude satisfacer, aunque fuera anacrónicamente, mi deseo incumplido de tener alguna participación en aquel movimiento.
Al presentarse en dúo, nos preguntábamos como iban a poder mantener el mismo nivel de excelencia, a la que tanto aportaba el talento de Gomez. Las dudas se despejaron al poco de iniciar el set en la pequeña pero hermosa sala de Villa Victoria. Nos sorprendieron con una selección de composiciones originales de Lacy, incluyendo otros autores que tuvieron vinculación con él, como lo fueron T. Monk y C.Mingus, además de un tema de Enrico Rava, del que supimos que había conformado aquel grupo original que tuvo su internación forzada en Bs.As en los obscuros días de Onganía.
La interacción constante entre el piano y el saxo, con arreglos inteligentes alternados con momentos de inspirada improvisación, se vieron enmarcados con cortos comentarios de Ledesma acerca de la saga de ese héroe de la improvisación creativa, Steve Lacy. Fué un músico que siempre me atrajo, quizás porque tenía el antecedente de haber tocado jazz tradicional en sus inicios, y de pertenecer a una vanguardia que tenía una mirada permanentemente orientada por el camino de sus antecesores en el género. También me atraía por haber sido compañero de aventura de otros músicos que yo admiraba durante mi estancia en Londres, en particular los de origen Sudafricano dedicados a la improvisación libre.
Tuve el privilegio de ser invitado a tocar un Blue Monk con ellos en los bises, y con esa experiencia, pude satisfacer, aunque fuera anacrónicamente, mi deseo incumplido de tener alguna participación en aquel movimiento.
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