24 de Marzo 2021 -Recordando a Pablo Trejo en el día de la Memoria
Siempre pensé que Pablo era de Tucumán, pero sería porque estudió medicina allí. La cosa es que vino a Mar del Plata a trabajar en el HIGA, y luego estableció consultorio en la Clínica Colón. Lo debo de haber conocido en alguna de las tantas reuniones con guitarreada de los años ´70. Me impresionó su swing cuando entonaba una chacarera, y luego su humanidad cuando nos hicimos amigos. Decía estar interesado en el tipo de jazz temprano que hacíamos en la Criolla Jazz Band, y le sugerí que adoptara el clarinete. Yo anhelaba para nuestra banda el color obscuro, empetrolado, viscoso y turgente de los iniciadores como Johnny Dodds y Sidney Bechet. Un sonido diametralmente opuesto del que podría provenir de un clarinetista formal, que es una emisión límpida que se puede escuchar en el concierto de Mozart. Un día se apareció en mi casa para mostrarme su clarinete recién adquirido. En pocos meses ya había logrado suficiente dominio del instrumento y del estilo como para incorporarse a la banda. Desde entonces creo que los buenos músicos de folklore argentino se adaptan rápidamente al jazz tradicional.
Pablo era simpatizante del PST (Partido Socialista de los Trabajadores). Surgido de las variadas mutaciones y variantes de la izquierda argentina, era un partido obrerista, trotskista, que buscaba tener algún lugar en el parlamento. Era combativo en el frente sindical, pero se caracterizaba por su fuerte rechazo a los métodos militaristas y de lucha armada.
En aquellos primeros meses de 1977 sufrió un primer secuestro, que quizás se debería llamar arresto, en la medida que permaneció preso en una comisaría. Lo liberaron después de una semana, y nos contaba que estando en la celda escuchaba que una radio local transmitía nuestra versión del Camp Meeting Blues, en la que él tocaba. Al poco tiempo sufrió otro secuestro, y de esa desaparición no apareció nunca más.
Nunca supimos oficialmente porqué lo mataron. Se dijo que se le pidió que atendiera a un montonero herido. Sé que más allá de su juramento hipocrático, su calidad humana lo habría impulsado a hacerlo. Acto suficiente para que la represión se ensañara con él.
El banjista de nuestro grupo ya había sobrevivido un secuestro con tortura. A los pocos días secuestran y matan a mi cuñado. Juntamos nuestras cosas y nos fuimos del país.
SON 30.000.
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