Los Trompetas- Sábado 12 de Marzo- Teatro IFT- Buenos Aires
La publicidad del evento anunciaba la presentación de "grandes maestros de la trompeta" en una jornada organizada por Américo Bellotto. La lista de trompetistas incluía a algunos exponentes del instrumento que sin duda se ajustarían a esa descripción, como sería el caso del mismo Américo. Otros quizás serían mejor descriptos como trompetistas que por un motivo u otro han devenido representativos, a los que habría que sumar un colado: Esteban Garvie, cuya credencial sería ser "amigo de Bellotto".
No hay que olvidarse que hay una larga tradición que une a los trompetistas en una suerte de secta desde tiempos medievales. Fueron uno de los primeros gremios que acompañaron la aparición de la nueva burguesía de artesanos y comerciantes, y en tiempos de la música barroca llegaron a dominar de manera corporativa la actividad musical. Esto ocasionó una reacción adversa tal, que es notable como las composiciones del clasicismo casi prescinden de la trompeta, o la emplean poco, apenas para puntuar o dar color.
Pero de algúna forma persiste la esa vieja voluntad entre amistosa y mafiosa, que hace que a menudo, el mejor amigo de un trompetista sea otro trompetista. Eso también cuenta en términos de rivalidad y competencia, aunque haya siempre y de modo implícito, cierta identidad común.
De modo que reunir a unos cuantos para que toquen en la misma noche no deja de ser una ocurrencia traviesa y divertida. Para ello Américo pergeneó un dispositivo por el cual dotó al espectáculo de una excelente base de acompañamiento. Reunía a experimentados músicos como lo son Angel Sucheras en piano, el proverbial Junior Césari en batería y, reemplazando a Alfredo Remus en contrabajo, (ausente por hernia de disco) otro excelente contrabajista: Ricardo Salas.
Américo ofició además de maestro de ceremonias, y haciendo un sorteo público para definir el orden de los solistas. Así fue que luego de un par de temas iniciales del trío, me tocó iniciar la serie. Intenté una versión desconstruída del Yardbird Suite, que hubiera requerido de más ensayo para poder hacerme entender. Relato brevemente los que me sucedieron. El próximo nombre que se cantó fue el de:
Roberto "Fats" Fernandez. Nuestro querido Gordo (que ha vuelto a mercer su apodo) recién concluyó su ciclo veraniego en Mar del Plata. Inevitablemente, me reprochó no haber ido a verlo este año. El transcurso del tiempo le ha otorgado a Fats un papel senatorial, que por cierto tiene bien merecido por su enorme trayectoria. Sin embargo aceptó con humildad el lugar que le tocó por la tómbola. Tocó un bello Foolish Heart y fue muy aplaudido.
Juan Cruz Urquiza: Fue interesante el contraste con este representante de la nueva generación, quizás el más calificado de los que adoptan un idioma hard bop avanzado. Su versión de Softly as a Morning Sunrise tuvo sus habituales destellos de virtuosismo, que a la vez puso a prueba la plasticidad del el grupo acompañante.
Mariano Loiacono: Siguendo el mismo derrotero, Mariano también deslumbró con su velocidad y dominio técnico. El modo menor de Mr. PC también le proveyó un soporte para desplegar recursos modales.
Luego de un breve intervalo la suerte marcó el turno de
Américo Bellotto Creo que Américo adoptó una línea sobria y madura al no pretender imponer su poderío técnico ni hacer grandes alardes. Prefirió la sobriedad de una balada: Poldadots & Moonbeams, que supo tocar con delicadeza y musicalidad. Un verdadero acierto que contribuyó al clima amistoso de la ocasión.
Miguel Tallarita subió a escena luciendo su look de rock-star, que de alguna manera es consistente con su participación como músico de Los Pericos. Pero sea cual fuere su adscripción a una estética pop, demostró gran profesionalidad tocando un tema con aire de bossa, cuyo nombre no conozco, pero que transmitiócon mucha solvencia.
Hugo Lobo también pertenece al campo popular como músico de su banda Dancing Mood. Por otro lado, es el trompetista de Los Fabulosos Cadillacs, y su dilemma era repartirse cumpliendo con ellos una solidaria masiva a favor de los damnificados de Chile que se estaba desarrollando aquella tarde. Subió a tocar un Night in Tunisia sin ensayo, y bajo la mirada escrutadora de Fats (es su eterno tema de cierre). Como en el caso anterior, admiré su aplomo profesional.
Gillespi (Creo que lo he visto escrito de este modo, variando un poco el nombre del sagrado bopero de los cachetes inflados) tuvo que lidear con la responsabilidad de cerrar semejante desfile. Había llegado a último momento luego de manejar horas viniendo de San Luis. Arremetió un standard con toda la energía, y demostró su devoción tanto al instrumento como a un género bien distinto de la de su iniciación como músico de Luca Prodan en Sumo.
Fin de Fiesta. Consistió en que todos los participantes tocáramos un arreglo de Bob Brookmeyer del histórico Saint Louis Blues. El público festejaba todas las extravagancias que pudieron desplegarse, y fue un cierre celebratorio para una ocasión que creo que muchos recordaremos toda la vida.
La publicidad del evento anunciaba la presentación de "grandes maestros de la trompeta" en una jornada organizada por Américo Bellotto. La lista de trompetistas incluía a algunos exponentes del instrumento que sin duda se ajustarían a esa descripción, como sería el caso del mismo Américo. Otros quizás serían mejor descriptos como trompetistas que por un motivo u otro han devenido representativos, a los que habría que sumar un colado: Esteban Garvie, cuya credencial sería ser "amigo de Bellotto".
No hay que olvidarse que hay una larga tradición que une a los trompetistas en una suerte de secta desde tiempos medievales. Fueron uno de los primeros gremios que acompañaron la aparición de la nueva burguesía de artesanos y comerciantes, y en tiempos de la música barroca llegaron a dominar de manera corporativa la actividad musical. Esto ocasionó una reacción adversa tal, que es notable como las composiciones del clasicismo casi prescinden de la trompeta, o la emplean poco, apenas para puntuar o dar color.
Pero de algúna forma persiste la esa vieja voluntad entre amistosa y mafiosa, que hace que a menudo, el mejor amigo de un trompetista sea otro trompetista. Eso también cuenta en términos de rivalidad y competencia, aunque haya siempre y de modo implícito, cierta identidad común.
De modo que reunir a unos cuantos para que toquen en la misma noche no deja de ser una ocurrencia traviesa y divertida. Para ello Américo pergeneó un dispositivo por el cual dotó al espectáculo de una excelente base de acompañamiento. Reunía a experimentados músicos como lo son Angel Sucheras en piano, el proverbial Junior Césari en batería y, reemplazando a Alfredo Remus en contrabajo, (ausente por hernia de disco) otro excelente contrabajista: Ricardo Salas.
Américo ofició además de maestro de ceremonias, y haciendo un sorteo público para definir el orden de los solistas. Así fue que luego de un par de temas iniciales del trío, me tocó iniciar la serie. Intenté una versión desconstruída del Yardbird Suite, que hubiera requerido de más ensayo para poder hacerme entender. Relato brevemente los que me sucedieron. El próximo nombre que se cantó fue el de:
Roberto "Fats" Fernandez. Nuestro querido Gordo (que ha vuelto a mercer su apodo) recién concluyó su ciclo veraniego en Mar del Plata. Inevitablemente, me reprochó no haber ido a verlo este año. El transcurso del tiempo le ha otorgado a Fats un papel senatorial, que por cierto tiene bien merecido por su enorme trayectoria. Sin embargo aceptó con humildad el lugar que le tocó por la tómbola. Tocó un bello Foolish Heart y fue muy aplaudido.
Juan Cruz Urquiza: Fue interesante el contraste con este representante de la nueva generación, quizás el más calificado de los que adoptan un idioma hard bop avanzado. Su versión de Softly as a Morning Sunrise tuvo sus habituales destellos de virtuosismo, que a la vez puso a prueba la plasticidad del el grupo acompañante.
Mariano Loiacono: Siguendo el mismo derrotero, Mariano también deslumbró con su velocidad y dominio técnico. El modo menor de Mr. PC también le proveyó un soporte para desplegar recursos modales.
Luego de un breve intervalo la suerte marcó el turno de
Américo Bellotto Creo que Américo adoptó una línea sobria y madura al no pretender imponer su poderío técnico ni hacer grandes alardes. Prefirió la sobriedad de una balada: Poldadots & Moonbeams, que supo tocar con delicadeza y musicalidad. Un verdadero acierto que contribuyó al clima amistoso de la ocasión.
Miguel Tallarita subió a escena luciendo su look de rock-star, que de alguna manera es consistente con su participación como músico de Los Pericos. Pero sea cual fuere su adscripción a una estética pop, demostró gran profesionalidad tocando un tema con aire de bossa, cuyo nombre no conozco, pero que transmitiócon mucha solvencia.
Hugo Lobo también pertenece al campo popular como músico de su banda Dancing Mood. Por otro lado, es el trompetista de Los Fabulosos Cadillacs, y su dilemma era repartirse cumpliendo con ellos una solidaria masiva a favor de los damnificados de Chile que se estaba desarrollando aquella tarde. Subió a tocar un Night in Tunisia sin ensayo, y bajo la mirada escrutadora de Fats (es su eterno tema de cierre). Como en el caso anterior, admiré su aplomo profesional.
Gillespi (Creo que lo he visto escrito de este modo, variando un poco el nombre del sagrado bopero de los cachetes inflados) tuvo que lidear con la responsabilidad de cerrar semejante desfile. Había llegado a último momento luego de manejar horas viniendo de San Luis. Arremetió un standard con toda la energía, y demostró su devoción tanto al instrumento como a un género bien distinto de la de su iniciación como músico de Luca Prodan en Sumo.
Fin de Fiesta. Consistió en que todos los participantes tocáramos un arreglo de Bob Brookmeyer del histórico Saint Louis Blues. El público festejaba todas las extravagancias que pudieron desplegarse, y fue un cierre celebratorio para una ocasión que creo que muchos recordaremos toda la vida.
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