El ciclo veraniego organizado por Ferio Espinosa en Villa Victoria prosigue sin grandes inconvenientes, animado principalmente por grupos locales. Se trata de una hermosa casona que fuera la residencia veraniega de Victoria Ocampo, donde recibiera a grandes personalidades de la cultura, y donde seguramente transcurrieron jornadas mágicas en las que sus visitantes disfrutaron de las más diferentes manifestaciones de las artes. La única sala que es apta para reunir a un público, es de dimensiones reducidas, y tiene una disposición algo incómoda que reduce la visibilidad. Sin embargo, hospeda un piano de cola que aún conociendo mejores épocas, sigue siendo una pieza hermosa. De todos modos, la sala provee una alternativa a los jardines donde el ingenuo se imagina noches cálidas y apacibles en las que se pueda escuchar música bajo un cielo estrellado en la comodidad de una reposera. Lo más habitual, sin embargo, es que haga frío y viento, y la noche del 8 de Febrero no fué una excepción. De modo que el trío se refugió en el interior, y llevó adelante su recital ante un público escaso pero respetuoso. Lo que tuvo de especial fué la participación en prácticamente todos los temas nuestro Juan Ignacio Caíno en clarinete. Luciendo un aspecto algo extraño luego de perder más de treinta kilos de peso, Juan Ignacio se sumó a nuestro grupo luego de un breve ensayo, y volvimos a experimentar la magia del código compartido. Los temas se iban sucediendo con una naturalidad que a veces no se logra con intensos y reiterados repasos. No faltó el apoyo de viejos y leales amigos, como Laci Trakal (en primera fila) y Oscar García Rabini, que junto a su Sra, rememoró las largas noches de la confitería Orión que supo gestionar, y que con alguna disminución, continúnan hoy en día.
jueves, febrero 15, 2007
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