Se tarda algo menos de una hora y media para llegar en auto a Villa Gesell desde Mar del Plata. Teníamos especial interés en participar en la experiencia inaugural de un festival de jazz allí, y teníamos curiosidad por las características que iba a asumir.
Estaba anunciado que Nano Herrera daba una conferencia el viernes 9 , que varios conjuntos actuaban el sábado 10, y que se cerraba con otra charla de Nano relatando su encuentro con Julio Cortázar el domingo 11. Nuevos compromisos laborales de nuestro banjista, Andrés, y otras limitaciones , nos impusieron salir recién el 9/12 a la tarde. Cargamos todo en el Citroen, ¡contrabajo y todo!...y partimos al "pomeriggio" del sábado.
Llegamos temprano al Anfiteatro del Pinar, donde alguna vez habíamos actuado con la histórica Viva Buddy Bolden. Se trata de un hermoso escenario al aire libre, complementado por instalaciones de alojamiento, usado generalmente por grupos corales. Con mucho tiempo nos fuimos ubicando y haciendo una breve prueba de sonido bajo la supervisión del sonidista Roberto Farinola y su socio., mientras se instalaban los equipos de grabación del canal de cable local Gesalel . El recital comenzó con el crepúsculo de un día soleado pero frío. No precisamente alentador para el público, que tímidamente se fué acercando al anfiteatro. El perfil musical del festival marcó una tendencia al jazz avanzado, ejecutado por músicos jóvenes y muy talentosos. Fué sorprendente tomar contacto con gente que está produciendo jazz de muy buen nivel, pero que son desconocidos por quienes sólo contamos con la información de una columna de La Nación.
El Dúo Fernández-Domenicucci arrancó con un repertorio de tono delicado e intimista, y de bella sonoridad. Fueron sucedidos por el Trío Karaboo, cuya nota más dinstictiva fué su originalidad. Tienen una estética peculiar que se refleja tanto por su imagen en el escenario como por su sound peculiar, y composición intrigante. Todo clima de sutileza fué destrozado por la aparición de nuestro JRT. Con nuestro habitual despliegue demagógico azuzamos el aplauso de los ingenuos. Nuestro entretenimiento al menos retuvo el público un poco más, ya agredido por el frío de una noche bella pero gélida. Luego aparecieron en escena los músicos del cuarteto Viejo Cactus liderados por el contrabajista Carlos Alvarez. Hicieron un set que recogió el desafío de la vanguardia, y quien escribe este relato se moría de envidia por no poder sumarse a la cautivante improvisación colectiva de proponía este grupo. La noche se cerró ante los más resilientes del publico con la actuación de la cantante Flo Graselli y sus músicos, que cerraron el evento dignamente con standards tocados de un modo clásico y convincente.
En resumen, buena música, buena técnica, organización y felicidad.
Hubo algunas características notables que quizás anuncien sucesos futuros:
a) Más saxofonistas mujeres que varones.
b) Más contrabajos que bajos eléctricos.
c) Los baterístas se sonreían al tocar.
José Luis Stramigioli (Gesalel) y Marcelo Di Luciano (librería El Ventanal), fueron los que lucharon por la realización de este encuentro, y les corresponde el honor de haber abierto un evento que pude ser central en el calendario de festivales. Deben de haber sufrido por muchas cosas, pero su actitud temeraria alcanzó su cenit con la realización de un asado final, donde entre otros glotones, hubo que alimentar a Nano Herrera.
Huimos temprano al día siguiente. El sol de la madrugada acariciaba las dunas. Cuando salíamos a la ruta, dejebamos una Villa Gesell que reposaba pensativa. Sabemos que allí se organizan muchas cosas para atraer el movimiento turístico. Esperemos que el jazz se pueda sumar definitivamente a su caja de recursos.
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Don't sleep !
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