domingo, junio 15, 2025

Bloomsday 2025

 Otros años dejé constancia en este blog de la celebración de Bloomsday, que realicé casi todos los años hasta la llegada de la pandemia. Este año decidí suspenderlo por dos motivos. Una es que el 16/6 es el aniversario del bombardeo de la Plaza de Mayo, pero fundamentalmente porque
recientemente se produjo el reciente fallecimiento de Analía Cacciari, una de las concelebrantes de nuestra fiestita. La pérdida de ella se suma a las de otros dos fieles concurrentes, María Lozzi y Juan Lamarche. Prefiero ahora recordar la fecha en la soledad que me producen estas ausencias.
Una característica de nuestro Bloomsday criollo, era que los que podíamos, presentábamos un pequeño texto de nuestra autoría, sobre cualquier cosa que se nos ocurriera, sin necesariamente estar asociado al Ulises de Joyce.
De modo que se me ocurrió hacer el siguiente garabato.

Una de las facetas del Ulysses (lo escribo en el idioma del autor) es la de ser una reflexión sobre el tiempo. El relato de una eternidad en el lapso de una sola jornada, genera la vivencia de lo extratemporal, a la vez que potencia el valor del instante. A mis casi 80 años, me ocurrió algo que unió mi adolescencia con mi tiempo crepuscular. A los 16 años, movido por una extraña inquietud, pude ir solo a ver una película en una decadente sala de Berazategui, bastante lejana a mi casa de Ranelagh. Con el título ridículo de ”Un genio anda suelto” se trataba de la versión cinematográfica de “The Horse’s Mouth” una novela de Joyce Cary, publicada en 1948 (o sea dos años después de mi nacimiento). Estaba protagonizada por Alec Guinness. Al tiempo en que sufría tribulaciones en las clases de dibujo de la secundaria, ver esa película me permitió acceder a la comprensión de lo  que se consideraba “arte moderno”. Muchos años después, viviendo en Londres, encontré el libro en un stand de segunda mano. Era una raída edición económica de Penguin, que debo haber comprado por monedas. Intenté leerlo en aquellos agitados días de nuestra vida en Inglaterra, pero debí abandonarlo por una mezcla de apuro y dificultad de entender sus múltiples palabras del argot proletario inglés. Para empezar, el título, que en castellano sería “La boca del caballo” se refiere a la expresión “straight from the horse´s mouth”, que significa saber la verdad de una fuente más que confiable, como saber directamente de la boca del caballo, quién ganaría en el hipódromo. El libro me siguió acompañando a la espera de ser leído hasta este año 2025, en Febrero, cuando por fin me dispuse a disfrutarlo. Se trata de un pintor desaforado, que en su compulsión a concretar su obra, se conduce de un modo frenético, hasta inescrupuloso.
El texto en primera persona también describe la mirada de un sujeto eidético que traduce todo lo que ve a su posible representación plástica. A la par de su hilaridad, se transforma en el testimonio de una tarea artística que se acerca asintóticamente a una verdad bien distinta a lo mundano. Es la búsqueda irrenunciable que también habita al autor del Ulises, a ese Joyce que no podía cesar de escribir. ¿La necesidad que no cesa de escribirse? Y algo de eso habita en este otro Joyce, Joyce Carycoincidentemente también irlandés, que adoptó como su primer nombre el nombre de su madre, que a la postre también es un nombre femenino. Aunque Cary fue enviado a estudiar arte a Oxford y Edinburgo, para luego tener la carrera paradójica de militar, de donde emergió herido y
ganándose la vida como escritor. Murió de una enfermedad neurológica degenerativa, con una lapicera atada a su mano por sus hijos para que pudiera morir escribiendo.
Gracias a Horacio Martinez empecé a leer recientemente un libro de John Berger titulado "El cuaderno de Bento". Berger fue dibujante además de escritor, un artista jugado que al contrario del personaje de Cary, tiene una actitud reflexiva y analítica, que plasma en su texto acompañado de dibujos bellos y sugerentes. Su compromiso político lo pone igualmente en conflicto con el establishment británico, por lo que opta a dejar ese país siguiendo los pasos de Joyce en Francia. Además de sus dibujos, ilustra su texto con citas textuales de Baruch Spinoza (Bento), otro perseguido del Siglo XVII. Me resultó particularmente impresionante sus comentarios sobre la crueldad, que remite al clima político que estamos viviendo en tiempos de este Bloomsday. Cuando Berger lo publicó en 2019, hablaba de la crueldad de una tiranía sin rostro. La tiranía de los grupos económico-políticos generados al calor del neo-liberalismo. Pero me pregunto si hoy hemos retornado a la tiranía con rostro…con el rostro de Milei, de Trump, de Netanyahu. Un retorno al rostro de Macbeth, que una vez instado a asesinar a Duncan, ya no pudo parar de matar, impulsado por el complejo que reúne a La mujer, la culpa y la pulsión de muerte.
Pero aquí, siguiendo el estilo de Berger, debería hacer una corta cita de ese capítulo. Pero ya me he extendido demasiado.
PD: En el curso de nuestro Bloomsday reducido e íntimo, me señalaron que atrás de esos rostros que aparecen como pantalla, sigue oculto, sin rostro, el verdadero poder real.

lunes, junio 02, 2025

Lenguaje e Improvisación no 7 (Adenda)

 Cuando creía que había cubierto los aspectos más generales del tema Lenguaje e Improvisación, me di cuenta que había omitido una cuestión central, que debe ser tomado en cuenta para pensar cualquier discurso, sea del lenguaje corriente o el musical. 

Como lo aclaré al principio de esta serie, me apoyo en la lingüística de uno de los autores preferidos de Lacan sobre el tema: Roman Jakobson

Hay dos ejes sobre las que se puede estudiar el lenguaje, que se ordenan al modo de las coordenadas cartesianas x/y.  El eje vertical es donde se ordenan los distintos significantes que en un mismo momento pueden ser reemplazadas unas por otras. Sinónimos por ejemplo. Pero también los términos que pueden tener un significado aproximadamente similar. Pero en el lenguaje poético se pueden combinar términos aún opuestos como los antónimos o aquellos que tienen una fonética similar pero un significado opuesto como los parónimos. Esa operación de  sustitución, es el recurso que utiliza la metáfora.

En el eje horizontal se ordenan las palabras, ya que la frase se compone de una sucesión de términos. que deben sucederse conforme a una línea de tiempo. Una palabra "al lado" de otra, del mismo modo en que se puede ordenar un objeto al lado de otra. También se dice que se trata de una forma de combinación, que en  retórica  se denomina metonimia.

El interés de Lacan en estos ejes de sustitución y combinación, es que con ellas puede dar cuenta de la producción de las llamadas formaciones del inconsciente (sueños, lapsus, síntomas, chistes).

Ahora veamos si se puede aplicar algo de esto a la improvisación musical. Una melodía necesariamente encadena notas que se suceden en el tiempo, y se desarrolla en el eje de la combinación de una nota con otra. Clásicamente se toca la melodía, y luego, al momento de improvisar, en lugar de repetir la misma sucesión, se emparentan unas notas con otras de modo que la melodía se expande en diferentes direcciones. Podríamos pensar eso como una dimensión metonímica de la improvisación. 

Pero al mismo tiempo, hay un proceso que se ubica sobre el eje vertical de la combinación. Una se sustituye por otra. Puede ser reemplazada por pertenecer a la misma "familia armónica". Incluso se habla técnicamente de sustituir unos acordes por otros que cumplen la misma función. 

Obviamente ambos procesos suceden simultáneamente. En el lenguaje verbal, los efectos de significación son los que le dan potencia al argumento o al efecto poético. Pero en música también podríamos decir que las libertades que pueden tomarse los jazzeros al interpretar melodías establecidas genera un efecto de sorpresa y novedad. Y el momento de la improvisación puede sumar momentos de invención por las que los músicos destacados son identificados y reconocidos por sus diferentes modos de "decir" musical 

Claramente la significación lingüística es mucho más amplia que la significación musical. Sospecho que tiene que ver con la diferencia que establecimos previamente entre el significante y la nota musical.  Pero habría que ahondar en el tema. Otra cuestión que habría que ver como entra en este marco es la cuestión del ritmo. Hay un pulso constante, y hay variaciones sobre ella. A primera vista parecería corresponder al eje metonímico. Pero quiero tener cautela.