miércoles, noviembre 28, 2018

25 - 11-18 Orquesta Sinfónica de Estudiantes c/ Pepe García - "El Nacimiento de la Nación" - Sala Roxy del Complejo Roxy-Radio City director invitado: Eduardo "Chelo" Lamas


El domingo 25 tuve la suerte de poder asistir al concierto de la Orquesta Sinfónica de Estudiantes, un organismo muy numeroso que funciona de un modo totalmente autogestionado, e integrado por estudiantes de música de diverso nivel. Me impresionó el número de las cuerdas, que obliga a una particular disposición de los violines a ambos lados del director. 
Al lado del podio se ubicaba el titiritero Pepe García, que intervenía con relatos alusivos a los hechos que condujeron a la independencia nacional. Cómo sólo lo puede hacer Pepe, tomaba eventos que suelen ser solemnemente transmitidos en el ámbito escolar y los transformaba en adorables retratos que seguramente quedarán mejor grabados en la memoria del público infantil, que de sus lecciones de historia escolares. Así tomó vida el soldado Agapito, a quién Belgrano le cuenta su idea de crear una bandera, para luego vanagloriarse con el Gral.San Martín de haber sido él el inventor de la celeste y blanca. O la desopilante interacción entre el caudillo Guemes con Juana Azurduy, que vapulea al caudillo exigiendo el trato de "Teniente General de la Nación", para luego desorientarlo con una artimaña de invitarlo a que le diga "Juanita nomás".
El sonido de la orquesta debería poner en guardia a los músicos que componen nuestra sinfónica municipal profesional. La afinación de las cuerdas me volvió a sorprender. Quizás los vientos de diverso pelaje deben ganar un poco en confianza y número, pero aportan toda la riqueza que caracteriza la sonoridad de una agrupación sinfónica. 
El repertorio consistió en una colección de motivos folklóricos y nacionales, mezclados con instrumentaciones de canciones patrias. En el caso de Aurora, participo el tenor local Miguel Silva Macías. En dos momentos la orquesta abordó dos obras del repertorio clásico que en general no serían encaradas por agrupaciones no profesionales. Una fué la marcha triunfal de Aída, y sobre todo la Obertura 1812, al que sólo le faltaron los destellos de fuegos artificiales. Estoy seguro que los espíritus de Verdi y de Tchaikovsky sonreían complacidos.
Ubicado en el fondo, la tuba del maestro Guido Mella (un músico experimentado, pero con alma de estudiante) sostenía al conjunto con su sonido aterciopelado y envolvente. 
Tengo una gran curiosidad por saber cómo se las arregla Luz García Souto para gestionar semejante empresa voluntaria, y cómo obtienen sus arreglos para la particular integración instrumental del organismo. 


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