Publico tarde,
una noticia que me costó asimilar. El 17 de Noviembre falleció (esta vez de
verdad) Sergio Tamburri. Hacía unos meses que le habían diagnosticado una
enfermedad de la sangre, y se notaba su gradual retiro de skype y facebook, a
medida que entraba y salía del hospital de Houston. Creo que había cumplido 70
años, pero su jovialidad y aspecto correspondían a las de un adolescente
tardío. Sus hijos vivían cerca, y se
nota que lo rodearon de afecto durante sus últimos días. Había nacido en una
lejana isla del mar Adriántico, cercano a la costa croata. Cuando después de la
segunda guerra mundial Italia debió resignar su soberanía sobre la isla, el
padre subió a su familia a un bote y remó hasta la costa italiana. Poco tiempo después
emigraron a la Argentina, donde al joven Sergio se le pegó el sobrenombre de “Tano”,
que portó con orgullo toda su vida. Era un muchacho de inquietudes variadas que
iban desde el motociclismo deportivo hasta las diversas tendencias artísticas que
pululaban en Buenos Aires. Tomó interés en el movimiento de jazz revival y
adoptó el trombón, instrumento con el que integró los Santos Lugares Stompers,
el primer grupo de jazz que escuché en mi vida. Luego fue el ladero de Norberto
Gandini en la fundación de la primera (y yo diría la única) Porteña Jazz Band.
Eran verdaderos hippies, exponentes de aquella época de los sesenta y
principios de los ’70. Defendían en espíritu creativo y negro de aquella banda,
cuya alma luego fue vaciada. Gandi
volcado a la plástica y Sergio interesado en el cine, industria en la que
participó años más tarde en EEUU con un realizador famos que creo que era Luis
Puenzo. Lamento tanto que Sergio no haya escrito finalmente sus memorias como
se había propuesto. Su vida estaba poblada de incidentes coloridos. Se alejó del
país cuando la sombra negra cayó sobre la Argentina en 1976 y se radicó en
Brasil. Desde allí llegaban esporádicamente algunas noticas sobre sus
actividades con bandas brasileras, y como músico de blues junto a un integrante
de Manal que también había optado por dejar el país. Su nombre empezó a
adquirir cierta tonalidad mística, y se lo lloró e los ’80 a raíz de una
noticia que lo daba por muerto a manos de un sicario en Rio de Janeiro (conservo
una grabación radial que anunciaba su muerte). Pero reaparece vivito y coleando
años después en EEUU, donde luego del proyecto de productora de cine que
mencioné antes, se había consolidado como un pequeño empresario de IT. Había
dejado el trombón, pero seguía haciendo música con un acordeón con el que
tocaba blues, jazz, tangos y tarantelas. Otro proyecto trunco fue el de
encontrarnos en New Orleans para tocar en la calle…me costaba un poco aceptar
su idea de que nos vistiéramos de traje de cola y sombrero de copa, pero igual
me iba a animar. Su muerte me vuelve a agitar ideas sobre los efectos del arte
y de su ejercicio, que a veces me imagino como moléculas que se expanden en
diferentes direcciones, y que tienen efectos impredecibles.
miércoles, noviembre 28, 2012
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3 comentarios:
Muy linda semblanza de Tamburri, sentimental y cálida. Lamentalemente después de su encuentro y caídas los mitos urbanos de su temprana desaparición, se fue para siempre. Me gustó la descripción de La Porteña, que comparto.
Gracias Horacio. Sé de la importancia de aquella época de la Porteña para vos.
Muy lindas sus palabras Sr. Esteban.
Nos dejo otro grande de la epoca de oro del Jazz Tradicional.
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