Hace unos días logré que me entregaran una copia del CD de M d P Jazz Ensamble que, finalmente han podido editar luego de 30 años de actividad. LLevar adelante con tanta consistencia un proyecto parece que produjera la paradoja de que las dificultades y emociones de hacer música se convirtieran en una trivialidad cotidiana. Pero por fin los amigos de Ensamble se pusieron a mirar un poco el camino recorrido y produjeron este documento que recorre toda una extensión del movimiento marplatense. Lo que me impactó al escucharlo fué la energía que tenía la banda promediando los setenta, a poco tiempo de su creación. Las tomas hechas en el famoso reducto Canotier, grabaciones hechas gracias a la previsión de su bohemio dueño Luis Bauzá, impactan por su fuerza y convicción.
Los setenta y pico fueron años de mucho sectarismo en nuestro país, de todo orden. Lo que me impacta hoy qué poco pude escuchar de ellos cuando compartímos los mismos escenarios. A nivel musical el dogmatismo oponía, por ejemplo, el jazz de New Orleans al Dixieland. Ni hablemos de Jazz Moderno, otra tribu que en aquel momento no tenía toldos en la comarca. Para unos, los otros eran malos músicos, primitivistas. En sentido inverso, sus opuestos eran grasas, ordinarios, vulgares.
El tiempo nos fué entrecruzando, y poco a poco aprendimos a tener en cuenta las otras estéticas posibles, aún cuando algunos teníamos afinidad por algún estilo en particular.
El tiempo fué modificando el sound de Jazz Ensamble, en particular cuando Eduardo Martinez deja a un lado su clarinete hot para pasar al piano. Luego, con la incorporación del Negro Salinas en saxo tenor, aportando su experiencia de hiper-profesional ,el grupo va extendiéndose como un río de llanura en el amplio estuario del jazz mainstream.
Hoy permanece sosteniendo aquel gesto del clascisimo en jazz, habiendo adquirido la rotundez y la estabilidad de la madurez.
¡Les recomiendo el CD!
Los setenta y pico fueron años de mucho sectarismo en nuestro país, de todo orden. Lo que me impacta hoy qué poco pude escuchar de ellos cuando compartímos los mismos escenarios. A nivel musical el dogmatismo oponía, por ejemplo, el jazz de New Orleans al Dixieland. Ni hablemos de Jazz Moderno, otra tribu que en aquel momento no tenía toldos en la comarca. Para unos, los otros eran malos músicos, primitivistas. En sentido inverso, sus opuestos eran grasas, ordinarios, vulgares.
El tiempo nos fué entrecruzando, y poco a poco aprendimos a tener en cuenta las otras estéticas posibles, aún cuando algunos teníamos afinidad por algún estilo en particular.
El tiempo fué modificando el sound de Jazz Ensamble, en particular cuando Eduardo Martinez deja a un lado su clarinete hot para pasar al piano. Luego, con la incorporación del Negro Salinas en saxo tenor, aportando su experiencia de hiper-profesional ,el grupo va extendiéndose como un río de llanura en el amplio estuario del jazz mainstream.
Hoy permanece sosteniendo aquel gesto del clascisimo en jazz, habiendo adquirido la rotundez y la estabilidad de la madurez.
¡Les recomiendo el CD!
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