martes, febrero 25, 2014

De qué nos salva la música?

La música, su apreciación, o mejor aún su práctica, ¿mejora a las personas?. Hace poco hice un post en facebook con un documental presentado por Wynton Marsalis donde se defendía el poder educativo de la música y su capacidad para rescatar a una minoridad  desventajada. Mi propio hijo tuvo su iniciación en los programas escolares gratuitos de UK, y no le ha ido mal. Pero no es un buen ejemplo, porque pese a que éramos exiliados en esa época, no podíamos considerados de ninguna manera excluidos de la sociedad que nos albergó. Y si, yo creo en el valor de los programas de orquestas juveniles que tuvieron origen en Venezuela, y que hoy tienen alguna inserción en la Argentina. Pese a que todos los que participan de esos programas no podrán seguir una carrera profesional en la música, por cierto que les dará una visión diferente sobre la convivencia, la autodisciplina y la posibilidad de obtener logros que difícilmente aprenderán de otra manera de sus entornos. 
Pero continúo con la duda.  Muchos de nuestros héroes musicales no fueron grandes ejemplos de vida.
Se dice del pobre Charlie Parker que era una alma bondadosa, dotado además de su talento musical con una inteligencia notable, que le permitía comentarios agudos y repentismos similares en cierta forma a sus improvisaciones musicales. Pero la música no lo salvó de una degradación trágica. Leer la autobiografía de Miles Davis me dejó con la impresión de un personaje hosco y conflictivo, pero débil en el fondo, que vivió siempre a la defensiva y penando por las malas relaciones con sus colegas y mujeres. Muchas veces sus opiniones me parecieron mezquinas y arrogantes, aunque nadie puede discutir su genio en términos de su evolución musical. (Bueno, en realidad si se podría discutir...yo nunca me concilié con su último período) Otros como Gerry Mulligan y Stan Getz fueron casi universalmente considerados como mala gente, cabrones y egoístas. Quizàs uno que se escapó del molde fue Louis Armstrong, cuya salvación por la música es evidente, auxiliado por el encuentro en momentos críticos por personas de buena voluntad. Digamos que ahí hay un tiro para el lado de la justicia pero sospecho que fueron otras las situaciones que lo convirtieron en un ser querible. 
Me miro a mi mismo, y a muchos de los que me rodean, y no veo ninguna redención por la música. Es cierto que pudo haberme rescatado de situaciones peores. Sin grandes triunfos también me concedió algún logro sin la cual podría ser hoy mucho más miserable. Quizás se podría pensar en que sin la música el destino de alguno de los que conozco podría ser mucho peor, pero sigo sin ver que en términos de mejoramiento ético o de sufrimiento neurótico, no veo grandes ventajas, ni curación por el arte.