miércoles, junio 26, 2013

domingo, junio 23, 2013

Buddy Bolden en New Orleans

Escribo en la noche de la luna más llena y cercana del año...casi una paradoja en una ciudad que  también llaman Crescent City, la ciudad de la media luna. Ya cercano al final de nuestra visita al pueblo que fue la cuna de Buddy Bolden, Martin DeLassaletta, Valentin Garvie, y quien subscribe estamos extenuados. Es imposible narrar todas las cosas que presenciamos en estos cinco días. Solamente contaré nuestra experiencia de hoy,...quizás la más conmovedora. Salimos a la mañana en búsqueda del funeral de Isaiah Joseph Bennett III, quien fuera mejor conocido por su apodo "Big Ike". Fue un hombre de intensa participación comunitaria en el barrio de Tremé, y sobre todo por su trabajo como entrenador de generaciones de jugadores de basquet de esta ciudad.  Fue difícil encontrar la iglesia metodista donde se desarrollaba su misa de requiem, pero gracias a la ayuda de Allen Kimble, un amigo que nos granjeamos en estos días, logramos llegar al lugar. No pudimos ingresar a la ceremonia porque ya no cabía un alfiler en el templo. La misa estaba puntuada por participaciones musicales, entre otros del trombonista Glenn Andrews (a quien fuimos a escuchar a nuestra llegada). También de Lady Tambourine, una mujer increíble que una noche anterior habíamos visto en un lugar atestado de bailarines. Había aparecido súbitamente creando un momento de agitación mágica.  Pero hubo que esperar casi tres horas para que culminara la ceremonia. Mientras tanto se iban congregando músicos y gente del barrio, esperando el 2nd Line. Al fin se abrieron las puertas y fue una explosión de movimiento y música. Encabezaba la marcha un bailarín de la Zulu Society a la que había pertenecido el finado, pero había todo un despliege de pasos de baile por parte de los miembros más hábiles de la congregación. Inmediatamente atrás tronaba la Brass Band, con dos tubas y unos ocho bronces casi todos jóvenes  y algún niño de apenas 9 o 10 años. Generaban una intensidad arrolladora, tocando algunos de los viejos himnos que yo conocía como Lord, Lord, Lord, y otros temas propios de la fusión que estas bandas hacen hoy con temas populares. Nosotros nos sumamos al second line que transitó un recorrido de unas quince cuadras hasta llegar al campo de entrenamiento donde Big Ike ejercitaba a sus equipos, y donde se culminó con una suelta de globos. Luego se armó una mesa con comida y botellas de agua. Mientras la gente charlaba antes de dispersarse, se nos convidó generosamente. La apertura de esa gente derrotó nuestra timidez y tendencia a auto-segregarnos. 
Nada de todo lo vivido estos días, supera esta experiencia de emoción, swing, música y humanidad enaltecida. 

jueves, junio 13, 2013

2013 Lo que hubo y lo que vendrá.

Al fin concluida la saga del trombonista, puedo volver a las anotaciones habituales.
Ha habido una serie de tocadas durante este período que abarca desde Febrero. Lo que rescato fundamentalmente fueron dos tocadas en Cantalao en Camet Norte. Una en Febrero aprovechando la visita de Valentin Garvie, a la que se sumaron Sebastián DelHoyo, Nico Passetti y Lucho Monte...ah! y Julia Sanjurjo que vino a escucharnos y que por supuesto se sumó.
Hubo otra visita al mismo lugar más reciente con el JRT  resucitado ...el 18 de Mayo si no recuerdo mal.
También hubo una suerte de tocada inauguración del negocio de Rudi DeLassaletta en Camet Norte...(me parece que vamos a tener que mudarnos todos ahí.) Allí  estuvieron Julián Maliandi, Damián Manzo y Martin DeLassaletta por supuesto.
La novedad interesante es que Barto Camus organizó un cuarteto con él en bajo, Lucho Monte en batería, Fede Viceconte en sx, y un servidor en trp, con la idea de hacer repertorio de temas de Ch. Parker. Los temas de Charlie ya casi son clásicos en el repertorio de las jams, además de basarse en la armonía de standards de los 40'. Pero son invenciones melódicas tan sorprendentes, que hoy todavía suenan contemporáneas. En varios de los temas hemos podido introducir arreglos algo deconstructivos, agregando una nota de interés y de dificultad para interpretarlos. No sé cuánto puede durar este proyecto, no creo que mucho, los demás son todos músicos muy ocupados e inquietos, pero mientras dure lo disfruto.
Ahora lo que viene....¡una semana en Nueva Orleans!. Luego se informrá.

viernes, junio 07, 2013

El Tombonista VI (y último capítulo)

A nuestro trombonista no le costó mucho trabajo encontrar donde vivir en la llamada Ciudad Feliz. Sólo necesitó llamar a cuatro o cinco de sus viejos compañeros de secundaria, para que le ofrezcan  alojarse en algún chalet de las inmediaciones de Playa Grande. Esas casas seguían desocupadas luego de dos y aún tres temporadas que ellos, junto a sus padres y alguna novia, preferían pasar la temporada en Punta del Este. Luis María armó su valija con una muda de ropa, sobre todo vestimenta de playa, y tomando su instrumento se subió a un ómnibus en Retiro con dirección a la costa atlántica.
Una vez instalado, no tardó en visitar el lugar donde le habían dicho que tocaban las bandas de jazz. Lo trataron con cortesía, pero pronto le explicaron que sólo tocaban una vez a la semana por turnos, que apenas sacaban como para la cerveza y la pizza, y que por ahora no había plaza libre para trombón en las bandas, ya que por ahora la cubrían excelentes instrumentistas. Que dejara su número de teléfono y cualquier cosa lo llamaban. Cuando ya era tarde lo invitaron finalmente a subirse al escenario, pero apenas terminado el tema se acabó la tocada. Los músicos enfundaron sus caños y desaparecieron.
Ya había gastado bastante en el taxi de ida, en los tragos, más la entrada que debió pagar para entrar. De modo que decidió volver caminando para ahorrar un poco. Descubrió que Playa Grande quedaba muy lejos, y que las noches marplatenses pueden ser ventosas, húmedas y frías aunque sea verano. Patacón por cuadra, iba tratando de meditar sobre su situación. Urgentemente debía encontrar un empleo, un bolo, changa, cualquier cosa como para subsistir.
Al día siguiente, en un paquete café de la calle Alem, revisaba el diario local en busca de la sección de empleos ofrecidos. En destacado, leyó:
"Importante empresa de espectáculos convoca a casting para un próximo lanzamiento" 
El aviso citaba para el día siguiente a primera hora en un lugar algo raro, algo más lejos que el puerto, donde ni siquiera se asentaban los circos.
Siempre forzadamente ahorrativo, el muchacho se dirigió a pié al lugar indicado, para encontrar una larga cola frente a una especie de obra en construcción. Antes de encolumnarse, leyó en un cartel encuadrado en tablas rústicas:
El Fortín de Frontera
¡Viva la emoción de la conquista del desierto!

Durante la larga espera se filtraban en la fila informaciones acerca de los puestos que se buscaban cubrir. Se iban a elegir candidatos para formar dos equipos, una de indios y otra de gauchos milicos tipo Cabo Sabino. El espectáculo consistiría en simular un ataque montonero al fortín, y el desarrollo de un combate, peleas cuerpo a cuerpo, fusilamientos, pasadas a degüello etc. Luis María no se imaginaba en un bando ni en el otro.  Esperaba ser elegido para ser "de los que ganaban", pero cuando al fin le tocó el turno para la audición, supo que todas las vacantes habían sido cubiertos. Igualmente le ofrecieron trabajar en un equipo promocional...debía disfrazarse de personaje de comic, entretener a los niños mientras esperaban el comienzo del espectáculo, y además tripular una carroza de propaganda, repartiendo volantes.  Debió ponerse el disfraz que le tocó en suerte. Hubiera preferido el del hombre araña, que al menos estaba hecho de una tela más liviana. Pero debió vestirse con uno de la pantera rosa, que estaba hecho de un paño peludo, que ya lucía algo sucio y maloliente a causa del sudor acumulado por usuarios anteriores. Hubo promesas de pago razonable al término de cada semana, e inmediatamente los seleccionados para promoción debieron subirse al una plataforma rodante, y salir a anunciar el show por el centro de la ciudad.
El calor dentro del disfraz era intenso, y se volvía intolerable cuando la comitiva se detenía a repartir volantes. Había que agitar las manos y saltar para divertir a los pequeños, que insistían en sacarse fotos con sus personajes favoritos. No faltaban los impertinentes que atacaban por atrás a la pantera,  golpeándole la espalda o tirándolo de la cola. El personaje perdía su comicidad e intentaba perseguir al atacante, pero de inmediato debía recordar su rol de simpático entretenedor. Mientras hacía sus  gestos graciosos, puteaba a todos los niños que apenas podía divisar a través de los pequeños agujeros de su escafandra asfixiante.
Logró sobrevivir la primera semana, cuando cobró la mitad de lo anunciado, que le pagarían, "una vez que arranque el show".  Pero cuando ya el fortín funcionaba con su oferta de alaridos, ataques y muertes seguían demorando el pago hasta que "avance la temporada"
En una oportunidad, haciendo la parada obligada en la Plaza del Agua, concurrido por pequeños energúmenos de clase media y sus padres igualmente insoportables, sucedió lo que siempre había temido. Allí estaba junto a su mujer e hijos, Patricio Lamas Caballero, otro de sus ex-compañeros de su exclusivo colegio secundario, Hijo de acaudalados estancieros, había sido uno de los compañeros de banco de Luis María. Habían jugado juntos al rugby, y una vez recibidos, se juntaban para salir y visitar putas caras de Barrio Norte.  La Pantera Rosa quiso esconderse atrás del Pato Donald, pero los chiquitos Lamas Caballero habían divisado a su personaje favorito, e insistieron en sacarse una foto familiar con el simpático monigote. Más rojo que rosado, Luis María cumplió con el penoso proceso, refugiándose en el silencio de su caracterización. 
Y así transcurrió la temporada, hasta que las huestes de indios y soldadesca, hartos  de no cobrar lo pactado, organizaron una partida conjunta para incendiar las instalaciones. O quizás fuera un atentado organizado por los mismos dueños, que encontraron una forma de justificar su desaparición dejando un tendal de deudas. Nunca se supo.
Luis María optó por una salida clásica. Fue a una cabina telefónica, y llamó a la casa de sus padres.
"Hola mamá, mirá, estuve pensando bien...tengo ganas de estudiar marketing. Hay una universidad privada buenísima en Belgrano...eso sí...tendría que conseguir un departamentito por ahí cerca, para no perder tiempo viajando, viste....."