martes, marzo 07, 2006

La conexión San Telmo - Punta Mogotes

A veces suceden cosas insólitas, como lo que se vivió aquí el viernes 3, el sábado 4 y el domingo 5 de Marzo.
Hemos conocido al Sr. Carlos Alsina. Hijo de músicos notables, sus raíces familiares parecieran condenarlo a ser amigo y admirador de algunos de los mejores músicos de jazz y de tango de la Argentina. Me pregunto si esto no conspira contra el éxito de sus emprendimientos comerciales, que consisten en ser dueño del restaurante Bellisimo (México 802 -San Telmo -Cap.Fed.) y de el hotel Costa Mogotes (Av, Martinez de Hoz 2401 - Pta. Mogotes - Mar del Plata). Cuando nos reunimos con él la semana pasada, nos contó que había invitado a varios de ellos a su hotel a pasar una semana de vacaciones. En lista que había armado de invitados figuraban algunos de los nombres más aquilatados del jazz Argentino. Muchos no pudieron concurrir a causa de sus múltiples compromisos profesionales, pero los que sí aceptaron conformaron un grupo fenómeno, cuya presencia fué un regalo para los que tuvimos la suerte de enterarnos de sus presencias. Se produjo una mezcla de presentaciones y de jam session durante esos tres días, con la intervención de tanta gente que sería tedioso mencionarlos a todos. Pero creo que bastaría con destacar lo que para mí fué lo más impactante, la reunión en un trío espontáneo de Alfredo Remus, Néstor Astarita, y Américo Bellotto.
La falta de instrumento armónico (pno. o gtr) siempre crea una atmósfera vanguardista, pero lo cierto fué que pocas veces he podido apreciar en vivo algo que sonara más contemporáneo. Cuando en alguna vuelta azarosa de la improvisación surgía algún tema reconocible, fueron los antiguos St. Louis Blues, Sweet Georgia Brown, u otros clásicos como In a Mellowtone, los que se hicieron escuchar como campanadas de catedral. Mi conclusión es que estos músicos pudieron poner en juego sus años de vida y experiencia con el jazz. Eso se gana en la compañía de los grandes, con mil noches como la del viernes 3. Un lenguaje que no se aprende en los manuales de la Berklee, ni viene escrito en los Real Books. Me apenó que no lo pudieran apreciar la mayoría de los músicos marplatenses jóvenes que están tocando hoy en nuestra ciudad a pesar que el rumor del evento había corrido ampliamente en esos círculos.
Las demás noches albergaron la participación de cantantes como Laura Hatton, y Ayelén De Raco, junto a sus músicos, entre los que se destacaron Jorge Gorosito, un guitarrista excelente que hemos conocido hace años por su participación en Jazz en Abril.
Un párrafo aparte merece el Sábado 4, pero no por lo sucedido en Punta Mogotes. Ocurre que cumplía 60 años mi amigo Jorge Velazco, la edad en que uno debiera volverse venerable. Jorge es además un gran difusor desde su programa de radio Niebla Púrpura (Clásica/Jazz) que conduce desde hace años junto a Vicente Grondona. Me pareció que el evento merecía ser celebrado con jazz, para lo cual reuní a tres buenos locales, Eduardo Palomo (pno.), Nicolás Passetti (bass) y Javier Puyol (drs). Yo aportaba mi "trompeta amiga" como lo designan los hijos de Eduardo Palomo. No habíamos comenzado todavía, cuando a las 23.30hs suena el timbre, y apareció el ubicuo Américo Bellotto. Y bien, lo que iba a ser un prolijito set de Jazz Nerd, se convirtió en una fiesta en la que Américo deslumbró, pero con la delicadeza de un buen compañero. Otro regalo inolvidable.

miércoles, marzo 01, 2006

El cumpleaños de Pablo

Pablo Fronzi cumplió 81 años el 27/02/06. Lo celebramos el domingo, o sea un día antes, con una reunión vespertina de amigos que reconocen en Pablo un personaje que acompañó la aventura de nuestro movimiento desde su resurgimiento a principios de los '70.
Mi propia relación con él tiene mucha historia. Su presencia era conspicua en un tiempo en que alguien raro todavía se distinguía en Mar del Plata, y su look provocaba intriga cuando no era la moda lucir una cabeza totalmente pelada. Luego recuerdo haberlo visto en la línea de cornos de la banda municipal. Supe que eso fué en virtud de su amistad con el entonces director de la banda, y que por un tiempo fué mi profesor de trompeta Antonio Galiana. En los tiempos en que nos reuníamos para iniciar la Criolla Jazz Band, (en 1975?) se planteó el eterno problema de las bandas de jazz tradicional: ¿Quién toca la tuba?- Quizás porque por ese entonces él se aparecía como espectador en las tocadas y los ensayos, las miradas se posaron sobre él. Además Pablo era un comerciante exitoso que que tenía amplios recursos a su disposición. Casi sin darle tiempo a pensar se incició la búsqueda de un istrumento. Apareció en la forma de una antigua tuba de caballería, con un cierto parecido al corno francés al se lo asociaba en algún momento, y que proveía un digno marco circular por donde introducir su notoria testuz.
En su juventud había iniciado estudios de trompeta, de modo que estaba familiarizado con la mecánica del brass. Además, en sus tiempos de porteño, había vivido la gran época de las confiterías musicales de Bs.As. Como concurrente, conoció a las grandes figuras de esa época, cuando los músicos trabajaban todo el día comenzando con las radios, luego en las confiterías y finalmente en los cabarets. La época en que un músico ganaba más que un médico.
De modo que nuestro amigo se vió involucrado en el mundo fetichista del jazz, que se consolidó en el mítico Canotier de la calle Colón, y que hoy en día sigue su marcha.
A las 19hs del domingo pasado, convergían en Vieja Viola, varios de sus muchos amigos con sus instrumentos. El primero en llegar fué Laci Trakal, pero sobre sus talones llegaron Ferio Espinosa, Jorge Costagliola, Juan Carlos Jáuregui, Raúl Arrosio, Aldo Roldán, Sergio Calvé, Andrés Páez, y quien fuera el mentor de el boliche Canotier Luis Bauzá. Cuando llegué con la torta, también había llegado el pianista platense Alberto Guglielmino con un grupo de amigos. Además el lugar se fué poblando con gente que de un modo u otro se habían enterado del evento, y vivimos una nochecita mágica, donde todos tocamos en banda improvisada. Luego, con la espontaneidad de las reuniones con duendes, se armó un trío de banjos, y finalmente aparecieron dos cantores de tangos acompañados magistralmente por Guglielmino. El piano de Vieja Viola está muy desafinado, pero me llamó la atención como eso no impide que un buen instrumentista pudiera extraer música buenísima.
En fin, una noche para recordar, y para agradecer a la música que nos dió tanto.