viernes, febrero 17, 2006

La experiencia piñatera

¿Que es una banda piñatera?
Dícese de un conjunto de jazz que suele armarse para responder a alguna demanda comercial o social, a cambio de renumeración. Puede ser una promoción, una inauguración o un evento cualquiera donde la música cumple una función decorativa, publicitaria o funcional. Suelen ser solicitadas cuando algún organizador de eventos piensa que vendría bien algo ruidoso, y que tenga un toque de época, algo que recuerde a los años locos, o algún pasado genérico por el estilo. Las hay de dos clases, las permanentes o las fortuitas.
Las permanentes funcionan como pequeñas empresas, en general regenteadas por un músico en funciones de organizador. Son contratadas con anticipación, y proveen el servicio en forma sistemática y previsible, y sus componentes suelen ser más estables, aunque reemplazables en función de horarios, otros compromisos. Suelen ser extraídos del campo profesional.
Las fortuitas se arman más espontáneamente, generalmente de apuro, y a veces sus integrantes pueden ser amateurs idóneos, reclutados entre las distintas bandas en actividad.
Su repertorio suele componerse de los temas clásicos del jazz temprano, piezas icónicas como El Paso del Tigre, o Rata Paseandera, a los que se agregan los híbridos Moritat, o Hello Dolly. Son tocados sin ensayo y sin partitura, dado que componen una lista de temas conocidos por cualquier músico del genero. Pero se ejecutan sin preocupaciónes estiísticas. Quizás tendrán una pátina dixieland, empiezan y terminan de acuerdo a clichés. El consenso indicaría que estos grupos representan un cierto grado de rebajamiento del estilo, y que su orientación mercantil prevalece sobre la nobleza del arte.
Veamos de cerca el término piñatera. Nos remite a la expresión "La banda de Piñataro" que evoca una banda aldeana de bronces, liderada por algún popular dirigente italiano. También tendríamos la palabra puñetero, referencia inequívoca a una descarga egocéntrica, rápida, y fácil.
Pero he de hablar en defensa de las denigradas Bandas Piñateras. En principio hay que admitir que no cualquiera puede tocar en ellas. Hay que conocer ese repertorio particular, y saber improvisar con facilidad, para poder rellenar varios coros con música que parezca convincente. El que los organiza tiene que tener a su disposición una agenda nutrida con los nombres de los contados ejecutantes que reúnen esas cualidades.
La semana pasado me ví llamado a integrar dos de esas bandas. Una se conformó para tocar en la inauguración de una muestra en el foyer del hoy inactivo Hotel Provincial. Justo me estaba visitando mi hijo Valentín, que empuñó el trombón, el instrumento que dejó de tocar hace diez años para cumplir con un deber filial con un poco de humor y resignación. Con apenas unas horas de aviso, convergieron al lugar del gig Sergio Calvé (banjo) Ferio Espinosa (str.bass) y Leo Caldera, que re-inauguró el piano Steinway que tenemos los marplatenses abandonado en el Provincial. Es un noble instrumento que aún soporta ser afinado, tiene sus marfiles en buenas condiciones, aunque ha perdido sus pedales por algún motivo.
Debo confesar que me divertí enormemente, volviendo a compartir música en forma informal con Valentín y los demás, y viviendo esa espontaneidad que permiten los códigos compartidos.
Apenas unos días después, un llamado urgente de Ferio, nos llamó a cubrir un bache para una "Noche de Paella" en un restaurante playero. Fuimos prácticamente los mismos. Esta vez no estaba Valentín, ni el Steinway, pero apareció Fernando Romeo con un teclado, y volvimos a repetir la experiencia, entreteniendo maduros bailarines, y hasta cumpliendo pedidos.
¡Que siempre haya piñateras!

lunes, febrero 13, 2006

El CD de Mar del Plata Jazz Ensamble

Hace unos días logré que me entregaran una copia del CD de M d P Jazz Ensamble que, finalmente han podido editar luego de 30 años de actividad. LLevar adelante con tanta consistencia un proyecto parece que produjera la paradoja de que las dificultades y emociones de hacer música se convirtieran en una trivialidad cotidiana. Pero por fin los amigos de Ensamble se pusieron a mirar un poco el camino recorrido y produjeron este documento que recorre toda una extensión del movimiento marplatense. Lo que me impactó al escucharlo fué la energía que tenía la banda promediando los setenta, a poco tiempo de su creación. Las tomas hechas en el famoso reducto Canotier, grabaciones hechas gracias a la previsión de su bohemio dueño Luis Bauzá, impactan por su fuerza y convicción.
Los setenta y pico fueron años de mucho sectarismo en nuestro país, de todo orden. Lo que me impacta hoy qué poco pude escuchar de ellos cuando compartímos los mismos escenarios. A nivel musical el dogmatismo oponía, por ejemplo, el jazz de New Orleans al Dixieland. Ni hablemos de Jazz Moderno, otra tribu que en aquel momento no tenía toldos en la comarca. Para unos, los otros eran malos músicos, primitivistas. En sentido inverso, sus opuestos eran grasas, ordinarios, vulgares.
El tiempo nos fué entrecruzando, y poco a poco aprendimos a tener en cuenta las otras estéticas posibles, aún cuando algunos teníamos afinidad por algún estilo en particular.
El tiempo fué modificando el sound de Jazz Ensamble, en particular cuando Eduardo Martinez deja a un lado su clarinete hot para pasar al piano. Luego, con la incorporación del Negro Salinas en saxo tenor, aportando su experiencia de hiper-profesional ,el grupo va extendiéndose como un río de llanura en el amplio estuario del jazz mainstream.
Hoy permanece sosteniendo aquel gesto del clascisimo en jazz, habiendo adquirido la rotundez y la estabilidad de la madurez.
¡Les recomiendo el CD!