miércoles, octubre 12, 2005

Bye Bye Dársena

Bueno, parece que Leo Caldera, el bandleader y arranger de Dársena 7 consiguió reemplazarme. Ya entregué las partituras para que las vaya viendo Carlos Vega, hoy trompetista de la Banda Municipal, con antecedentes jazzeros por su paso por la Rambla Vieja Jazz Band, y la sección de brass de Opus 15. ¡Por fin Leo consigue un lead que sea buen lector!- Si bien dejo el elenco estable de Dársena, seguiré sentado en el banco de suplentes.

lunes, octubre 03, 2005

JRT en el 1er Festival Internacional de Jazz de Asunción-Paraguay

Me apresuro a actualizar el blog con información sobre el Festival de Asunción. Recién hemos llegado a Mar del Plata luego de un viaje de más de 30hs, sobre la que haré algún comentario luego. El festival fué organizado por el Conservatorio Nacional de Asunción, en colaboración con nuestro bien conocido Palito Miranda, quien condujo el evento, diseñó la programación, actuó de anfitrión, además de tocar su saxo alto con la solvencia de siempre. El primer día (Viernes 30) consistió en la presentación de la Orquest Sinfónica Académica, que ejecutó obras arregladas especialmente por Palito, y tocadas en conjunción con su quinteto. Fué una apertura realmente impactante, ya que se logró una fuerte sinergía entre el combo y el numeroso organismo sinfónico, cosa que raramente se produce en experiencias semejantes.
Remigio Pereyra, ese personaje peculiar que hemos aplaudido tanto tocando el trombón en nuestros fesitvales, es el director estable de ese organismo. Luego Remigio volvió a escena dirigiendo el Big Band Experimental del conservatorio, una suerte de semillero de músicos jóvenes que aún estudiando formalmente , tienen interés de desarrollar habilidades como intérpretes de Jazz. Nuestro Jelly Roll Trio tuvo el privilegio de cerrar el espectáculo. Lo pudimos hacer dignamente pese a nuestro agotamiento por el viaje, al tiempo que Ferio Espinosa se empecinaba en propagandizar la venta de nuestro CD, al estilo del mejor vendedor ambulante de chipá caliente. Para desgracia del público paraguayo, logró agotar nuestro stock de "discos" esa misma noche.
Celebramos con una cena post-show en un obscuro bodegón de la ciudad, donde comimos la comida más exquisita y original por unos pocos centavos, mientras tomábamos contacto con la Asunción profunda.
El quinteto completo de Palito abrió la segunda noche, esta vez con Remigio en trombón, y en consecuencia alborotando al público como siempre. Nuestro trió actuó en segundo lugar, para dar lugar en el cierre al Sam Big Band, una big band completa armada con docentes de el escuela musical brasileña de Tatuí. Fué un cierre espectacular para el festival, porque la masividad del sound de este grupo de brasileros fué realmente arrollador. Por otra parte, nuestro país haría bien en imitar la política cultural del gobierno brasilero, al auspiciar un instituto de excelencia gratuita para la formación especializada de sus músicos.
Luego amigos paraguayos nos condujeron a una milonga de Asunción, donde escuchamos al cantante de tangos Daniel Larrea, que alguna vez también residió en Mar del Plata.
Ahora, el viaje:
Las habituales restricciones presupuestarias de los festivales impidieron que pudiéramos viajar en avión, de modo que debimos transportarnos en una empresa de ómnibus que ofreció transportarnos a modo de anunciante. Es en realidad, la empresa que utilizan los trabajadores migrantes paraguayos por que es la más económica, y porque además visita innumerables pueblos antes de llegar a la ciudad capital. El viaje de ida, de unas 22 horas, resultó bastante soportable, en gran medida, porque a mitad de semana no viajaban muchos pasajeros. El asunto fué la vuelta el día domingo. Ahí partimos con el pasaje completo, y con restricciones difíciles de entender en un principio. Nos estaría prohibido utilizar el baño hasta haber cruzado la frontera con Argentina. Nuestros compañeros de viaje retornaban a sus trabajos en nuestro país, principalmente en el servicio doméstico o en ocupaciones manuales.
Casi todos en una situación legal precaria, debían cruzar la frontera superando las restricciones migratorias, las inspecciones, y en general con la hipocresía de los funcionarios de frontera. Fué muy violento ver como se extorsionaba, en nombre de la ley argentina, a gente modesta que sólo busca subsistir un poco mejor. Probablemente no volvamos a usar ese medio para tranportarnos si volvemos a ser invitados. De ese modo podremos seguir en la plácida negación. Corazón que no vé, corazón que no siente.